Lisboa es una ciudad que tiene un sabor añejo, tiene un toque decadente que la hace especial y única. Un aire a pasado, a ciudad anclada en el tiempo que hace que nos hipnotice y nos enamore. Da igual que sus calles empedradas sean dificiles de transitar, que sus empinadas cuestas obliguen a más de uno a maldecir o que sus aceras recuerden a épocas pasadas. Da igual si vas con amigos, con tu pareja o con dos niños de 20 meses, como es mi caso. Lisboa enamora por igual a todo el mundo.
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Lisboa desde nuestra habitación |
Y a nosotros, a pesar de que visitarla con niños se hace más dificil, nos ha encantado. Pero más de una vez he pensado el porqué de la nula accesibilidad de esta ciudad. Deberían mejorar mucho en este aspecto ya que hay gente con movilidad reducida, personas mayores, o familias con niños pequeños que en esta ciudad lo van a pasar mal. Si queréis saber más sobre viajes y movilidad reducida pasaros por Viajeros sin límite, una estupenda web donde encontrar todo sobre turismo accesible y recomendaciones viajeras.
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Elevador Da Gloria |
Llegar a lisboa en coche ha sido bien fácil ya que cruzando uno de los dos puentes, el Vasco de Gama o el 25 de Abril ( peaje 1,45 euros), se llega a la ciudad. Por este último se llega muy fácil a la Plaza del Marqués de Pombal, la zona de nuestro hotel.
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Plaza del Marqués de Pombal |
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El Vasco de Gama desde el Barrio Alto |
Después de preguntar vía email a varios hoteles sobre la amplitud de las habitaciones ( necesito bastante espacio), nos hemos decidido por el Hotel Tiara Park Atlantic, situado junto a la Plaza Marqués de Pombal y del Parque Eduardo VII, zona moderna de Lisboa y poca distancia del bullicioso centro. Es un 5 estrellas en toda regla y no es barato pero con los niños no me gusta arriesgar.Sin duda uno de los mejores hoteles en los que me alojado y ofrece una buena relación calidad.precio. Os resumo un poco:
El hotel es una maravilla, desde su personal hasta sus impecables instalaciones o su impoluta limpieza. La habitación, sin ser muy grande, ha sido suficiente. Tiene unas vistas espectaculares de Lisboa y un baño completísimo y lleno de detalles.
Y del desayuno buffet sólo puedo deciros que es uno de los mejores que he probado en mi vida.
La situación es buena y se está muy tranquilo, no muy lejos del bullicio de los barrios típicos lisboetas.
Lo que menos me ha gustado ha sido el precio del parking y de las copas en su elegante bar. Supongo que las cinco estrellas hay que pagarlas…
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¡ Un desayuno buffet espectacular! |
BAIXA
Nada mejor al llegar al destino que andar un poco para ir conociendo la ciudad. Nosotros decidimos bajar tranquilamente la bonita y animada Avenida de Liberdade, arteria principal de la ciudad hasta llegar a la zona conocida como Baixa, que acaba en el río Tajo.
En este bulevar, lleno de árboles y jardines, se encuentra el centro financiero de Lisboa con imponentes edificios, oficinas, grandes hoteles y algunas de las tiendas más lujosas de la ciudad ( para que os hagáis un idea, una especie de Campos Elíseos o Castellana pero de algo más de 1 kilómetro de longitud).
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Avenida Liberdade |
Al terminar esta avenida llegamos al casco histórico y una de las zonas más concurridas de lisboa, la Baixa. Entre colinas encontramos calles rectas y cuadriculadas, que fueron reconstruidas tras el terremoto que en 1755 asoló la ciudad. Aquí es fácil moverse, no hay empinadas cuestas, ni callejuelas estrechas y es donde más relajado he ido con los niños. Hay mucho comercio, restaurantes y miles de turistas que pasean por sus calles.
Entre los rincones más siginificativos de la Baixa encontramos amplias plazas coronadas por grandes estatuas y una de las imprescindibles es la bonita Plaza do Rossio, una de las más importantes de la ciudad y de las más visitadas. En esta antigua plaza en el corazón de la Baixa encontramos la estatua de Pedro IV, la bella estación de Rossio o el Teatro Nacional de Doña María II, entre sus atracciones más destacadas.
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Plaza do Rossio, el corazón de la Baixa |
De las más impresionantes es sin duda la Plaza do Comercio, junto al Tajo y que une la ciudad con el mar. Es grandiosa y luminosa, dando a entender al que llegaba por mar la importancia de la ciudad que se iba a encontrar. En el centro encontramos la estatua central, de José I a caballo.
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La inmensa Plaza do Comercio |
Al norte de la plaza encontramos el monumental arco de triumfo, con el que empieza La Baixa y su lugar más animado, la Rua Augusta, la calle principal, llena de vida y comercios. La podríamos comparar con las calles peatonales y comerciales de las principales ciudades españolas.
Otro rincón bonito es la Plaza de Figueira, antiguo mercado de la ciduad y con unas preciosas vistas del Castillo de San Jorge y de el barrio de Alfama, o la Plaza de Restauradores, donde desemboca la Avenida de la Liberdade.
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Vistas de la Alfama desde Plaza Figueira |
Y otra calle que hay que ver es la rua de Santa justa, donde podemos encontrar el elevador más famoso de la ciudad, el elevador de Santa Justa, de 45 metros metros de hierro forjado que te lleva en un pis plas a la Plaza do Carmo, en el barrio de Chiado. Fue diseñado hace más de 100 años por un ingeniero que dicen fue discípulo de Eiffel, y hoy en día es una de las atracciones principales de Lisboa. Os aviso que hay largas colas para subir que colapsan la acera de la calle.
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Elevador de Santa Justa |
Otro curioso elevador que si tuve la suerte de probar fue el elevador Da Gloria, un curioso tranvía que te transporta de la Baixa al barrio alto por una cuesta más empinada que el everest. Por tres euros tienes derecho a un billete de ida y vuelta y te ahorras sofocones y sudores.
Ya culinariamente hablando, sabéis que me encanta probar cosas nuevas cuando viajo y con la gastronomía local disfruto de lo lindo. Ese día comimos en la Baixa, un balacao Grillao ( a la brasa, no confundir con el bacalao a brass, que viene revuelto con huevo), bastante bueno y brocheta de calamares, pasable, pero me hubiera gustado salirme un poco más de tanto restaurante turístico. Que me agobien para entrar a un restaurante no lo soporto. No pudo ser, ya que los niños mandan en los viajes y hubo que parar sí o sí. Después hubó café en la plaza da Figueira admirando el Castillo de San Joge y a una hora prudencial de vuelta al hotel para cenar por los alreddores. Esta vez probé la picanha, estupendo plato con ternera, arroz, patatas y ensalada. Sin duda uno de los puntos fuertes de Lisboa es su estupenda gastronomía y seguro que váis a salir satisfechos con su calidad y precio.
El día no dió para más. Bueno sí, para ver una final de Copa del Rey en el acogedor bar del hotel cuyo resultado todos sabemos. Y para el día siguiente nos esperan los barrios de Belem y Alfama. De momento Lisboa no me está defraudando.

Paco Piniella 13 mayo, 2011
Un amigo mio decía que cada vez que se enamoraba de una mujer lo primero que hacía era llevársela a Lisboa.El pobre murió, era un enamorado de la propia ciudad.
¡Qué rollo con blogger me han borrado una entrada y comentarios!